la caja de clio (II)
Hoy toca...
"We used to be friends"
(Dandy Warhols)
Erik está a punto de subir al coche. Ha pasado un mes conociendo sus raíces escandinavas y ya es hora de volver.
Todo pasa muy rápido. Va a abrir la puerta, creyendo que podrá sujetar todo lo que lleva en los brazos. Pero no es así.
La decisión que tiene que tomar ni siquiera merece que se le llame así. Es cuestión de milésimas de segundo. Erik tiene que decidir cuál de los dos objetos asir con las dos manos.
La caja de Clio hace un ruido sordo al impactar contra el asfalto. Erik se arrodilla para comprobar los daños. Sólo se ha descascarillado un poco. El trozo de pintura que ha saltado descansa en el suelo.
El muchacho lo recoge todo y guarda el trozo de esmalte suelto en el bolsillo de sus vaqueros.
Clio mira su caja. En una esquina, donde antes hubo pintura roja, se ve la madera. Clio se muerde la uña del dedo índice, pensativa. Alarga el brazo, abre un cajón y saca un rotulador de color rojo.
Después de pintar la única madera visible de la caja, se echa hacia atrás en la silla y observa su tesoro. Si no se presta mucha atención, apenas se nota el percance que sufrió en Noruega.
Pero Clio no está satisfecha. Y la envuelve en papel de periódico. Y después con cinta adhesiva. Quiere protegerla. Pero se da cuenta que así no se puede abrir la caja. "Da igual. Si alguien la quiere tendrá que cogerla con su envoltorio", se dice.
Erik se da la vuelta y empieza a caminar. Clio acaba de cerrar la puerta de su casa después de que él, avergonzado, le haya devuelto su caja.
Erik mete la mano en el bolsillo. El trozo de pintura roja de la caja de Clio sigue ahí.
"We used to be friends"
(Dandy Warhols)
Erik está a punto de subir al coche. Ha pasado un mes conociendo sus raíces escandinavas y ya es hora de volver.
Todo pasa muy rápido. Va a abrir la puerta, creyendo que podrá sujetar todo lo que lleva en los brazos. Pero no es así.
La decisión que tiene que tomar ni siquiera merece que se le llame así. Es cuestión de milésimas de segundo. Erik tiene que decidir cuál de los dos objetos asir con las dos manos.
La caja de Clio hace un ruido sordo al impactar contra el asfalto. Erik se arrodilla para comprobar los daños. Sólo se ha descascarillado un poco. El trozo de pintura que ha saltado descansa en el suelo.
El muchacho lo recoge todo y guarda el trozo de esmalte suelto en el bolsillo de sus vaqueros.
Clio mira su caja. En una esquina, donde antes hubo pintura roja, se ve la madera. Clio se muerde la uña del dedo índice, pensativa. Alarga el brazo, abre un cajón y saca un rotulador de color rojo.
Después de pintar la única madera visible de la caja, se echa hacia atrás en la silla y observa su tesoro. Si no se presta mucha atención, apenas se nota el percance que sufrió en Noruega.
Pero Clio no está satisfecha. Y la envuelve en papel de periódico. Y después con cinta adhesiva. Quiere protegerla. Pero se da cuenta que así no se puede abrir la caja. "Da igual. Si alguien la quiere tendrá que cogerla con su envoltorio", se dice.
Erik se da la vuelta y empieza a caminar. Clio acaba de cerrar la puerta de su casa después de que él, avergonzado, le haya devuelto su caja.
Erik mete la mano en el bolsillo. El trozo de pintura roja de la caja de Clio sigue ahí.
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