penélope ya no espera
Hoy toca...
¿Qué nos va a pasar?
(La Buena Vida)
Líneas, marcos, muros que se elevan entre los dos. Godard describe perfectamente la falta de comunicación de un matrimonio en Le mépris, un retrato del proceso de degradación de una pareja paralelo a la creación de una película. Y es que Le mépris es una historia de construcción y deconstrucción: el intento de construcción de un film y el proceso de desintegración de una pareja.
Pero no sólo eso: el film de Godard se convierte en una crítica al cine clásico, al cine que se está derrumbando y perdiendo. Godard busca constantemente aquella Ítaca perdida que son los orígenes del cine. Es por eso que el director francés queda representado en la película por Fritz Lang, que se interpreta a sí mismo y que responde a los mismos ideales que Godard: aspirar a un cine independiente de Hollywood al que se critica por priorizar los resultados comerciales frente a la voluntad poética inicial.
Apasionado por los relatos homéricos, Godard llega a cuestionar las verdaderas razones que llevaron a Ulises lejos de su patria. La figura del héroe clásico aquí es Paul, un guinista que es capaz de vender a su mujer, una Penélope con piel de Brigite Bardot. Paul es, pues, el héroe de la historia: un hombre civilizado que cree que a base de razonamientos puede solucionarlo todo, vive en constante reflexión, y ésta le hace perder el amor de su mujer. Ella cree que su marido no es un hombre por despreciarla.
Cuadros, puertas, ventanas, fotos, carteles, pantallas, espejos. Estos reencuadres no hacen más que separar las personas de Paul y Camille: habitan dos mundos diferentes, con dos formas distintas de ver esa situación a la que están siendo empujados. Godard convierte estas discrepancias y falta de comunicación en distancia física. Él esquiva la violencia; ella querría que la utilizara, que demostrara estar vivo, que mostrara su amor.
¿Es posible que Ulises, en el fondo, estuviera huyendo de su patria y de su mujer? ¿Es posible que las aventuras relatadas en La Odisea no fueran más que simples excusas para no tener que volver con una mujer a la que, quizás, ya no ama?
¿Qué nos va a pasar?
(La Buena Vida)
Líneas, marcos, muros que se elevan entre los dos. Godard describe perfectamente la falta de comunicación de un matrimonio en Le mépris, un retrato del proceso de degradación de una pareja paralelo a la creación de una película. Y es que Le mépris es una historia de construcción y deconstrucción: el intento de construcción de un film y el proceso de desintegración de una pareja.
Pero no sólo eso: el film de Godard se convierte en una crítica al cine clásico, al cine que se está derrumbando y perdiendo. Godard busca constantemente aquella Ítaca perdida que son los orígenes del cine. Es por eso que el director francés queda representado en la película por Fritz Lang, que se interpreta a sí mismo y que responde a los mismos ideales que Godard: aspirar a un cine independiente de Hollywood al que se critica por priorizar los resultados comerciales frente a la voluntad poética inicial.
Apasionado por los relatos homéricos, Godard llega a cuestionar las verdaderas razones que llevaron a Ulises lejos de su patria. La figura del héroe clásico aquí es Paul, un guinista que es capaz de vender a su mujer, una Penélope con piel de Brigite Bardot. Paul es, pues, el héroe de la historia: un hombre civilizado que cree que a base de razonamientos puede solucionarlo todo, vive en constante reflexión, y ésta le hace perder el amor de su mujer. Ella cree que su marido no es un hombre por despreciarla.
Cuadros, puertas, ventanas, fotos, carteles, pantallas, espejos. Estos reencuadres no hacen más que separar las personas de Paul y Camille: habitan dos mundos diferentes, con dos formas distintas de ver esa situación a la que están siendo empujados. Godard convierte estas discrepancias y falta de comunicación en distancia física. Él esquiva la violencia; ella querría que la utilizara, que demostrara estar vivo, que mostrara su amor.
¿Es posible que Ulises, en el fondo, estuviera huyendo de su patria y de su mujer? ¿Es posible que las aventuras relatadas en La Odisea no fueran más que simples excusas para no tener que volver con una mujer a la que, quizás, ya no ama?
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